Caminando por un sendero, cercano al Cabeçó d’Or, hallamos esta imponente mole rocosa, que parece haberse desprendido de manera abrupta de la misma montaña, aun separadas entre sí por una distancia considerable. Otra posibilidad es que siempre estuvo ahí, que se creó junto con la propia montaña, pero de forma independiente, guardando las distancias…
En ocasiones, debido a la erosión o a los corrimientos de tierra, las piedras se desprenden y aparecen en luagares alejados, menos mal que no cayó en la mitad del camino.
Una imagen con un verdor llamativo.
Un abrazo.